Lo sé, lo sé, me he saltado el cinco... pero está aún en proceso. No puedo pintar al ritmo que me he auto impuesto, así que, como no los pinto correlativos sino que los hago según van viniendo, tengo ya el seis, el siete y el ocho, y mucho me temo que los tendré que colgar antes que el cinco...
Centrado ya en el seis, diré que, como podéis ver, es muy muy sencillo pero muy profundo y emocionante, al menos para mi. Y es que estos abuelos, ya con la vida agotada, cansados y arrugados, son un ejemplo a los que deberíamos imitar. Supongo que cada uno será como sea, gruñón, exigente, impertinente quizá, pero todos ellos tienen algo en común y es que hicieron lo que, probablemente, muchos de nosotros no haríamos y, de hecho, no hacemos: luchar por la libertad de todos.
Sí, estos abuelos, estos mayores, cuando jóvenes y fuertes, no aceptaron la esclavitud fascista en España y lucharon contra las cadenas, aún sabiendo que serian fusilados de caer en manos rebeldes, como les sucedió a otros muchos miles.
Su valentía es de respetar y de admirar y hemos de tomarles como lo que son, un tesoro, memoria viva de los hechos terribles que sucedieron aquí.
Para aquellos que sean de fuera y quieran saber algo más, les emplazo a leer a
Ian Gibson y a
Paul Preston, hispanistas irlandes y británico respectivamente, cuyos estudios son lo más objetivo que se puede encontrar hoy en día. Gracias a ellos, a los británicos, sabemos más de nosotros mismos.